Han pasado muchos días desde mi última
entrada, en este periodo no es la primera vez que me pongo delante de este
folio en blanco; pero hoy, por fin, será diferente, no abandonaré en la quinta
línea, seguiré hasta el punto final.
Quiero compartir con vosotros este año
vacío, tanto, que parece que no ha existido; lleno de sequia literaria, una
pausa interminable en mi canción que ha servido para tomar aire e impulso para
todo lo bueno que está llamando a mi puerta.
Hastío, apatía, pereza, han dominado mi
ser estos días. Terminas tus estudios, por fin, como en tus mejores sueños; y
la dura realidad económica te despierta de golpe. Hay semanas que te ilusionas
pero nadie te contesta, nadie te llama; algunas te deprimes aunque nadie lo
note y tengas que aguantar sus comentarios o sus silencios, y así llegas al
"para qué", para qué hacer, para qué pensar si no va a dar ningún
fruto. Y... enmudeces, no hay nada que decir.
Hasta que un buen día decides que nadie te
va a impedir ser feliz, y... te disfrazas de niña de 18, y sales a quemar tu
última bala. Y el resultado no puede ser mejor, tan solo lo separan cinco
décimas de la perfección. Conseguido!!
El día que vi esta foto lloré, lloré como
un recién nacido porque en cierto modo volví a nacer, nació la misma Ana, solo
que ahora soy (seré) quien siempre quise ser.
Cuántas veces hubiera dado media vuelta!!
Pero no, no me arrepiento de mis elecciones del pasado, de todo se aprende y
todo nos hace crecer. Ahora sólo quiero saltar hacia delante, y recuperar el
tiempo perdido. Saltar esta monótona canción y poder cantar a pleno pulmón otra
más bonita, la que llevo tarareando mucho tiempo en mi interior.
Y... esta balada incluye en sus acordes,
retomar este blog, con temas nuevos, mucha ilusión y como si no hubiera pasado
el tiempo. Como dijo Fray Luis de León: “Como decíamos ayer…”